Hoy 10 de junio del 2021 se conmemoran cinco décadas del Halconazo, aquella matanza contra estudiantes en la tarde del jueves de Corpus, en la ciudad de México. Se trataba de la primera movilización estudiantil después de la matanza en Tlatelolco dos años antes y había emoción; nuevamente los jóvenes universitarios ocupaban las calles para manifestarse contra el gobierno.
Se trataba de una muestra de solidaridad con los estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León quienes se habían ido a paro; aunque las demandas ya habían sido resueltas y el paro fue suspendido, alumnos de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional tomaron las calles de la Ciudad de México con dirección al zócalo. Sin embargo, alrededor de 500 paramilitares denominados “halcones” ya estaban preparados para comenzar lo que, a todas luces, ha sido denominado un genocidio.
A diferencia de los sucesos ocurridos en Tlatelolco dos años antes, los del Jueves de Corpus de 1971 han tenido menor repercusión en la consciencia colectiva de los mexicanos; pero no por eso deja de ser un momento necesario de mantener en la memoria cuando en los tiempos recientes se han suscitado ataques a las comunidades estudiantiles en México.
Sin duda, el de mayor eco en la última década es el de los 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero. Hay quien justifica su trágico desenlace aduciendo sus malos nexos o, inclusive, cuestionando la necesidad que tenían de manifestarse. Y el suceso más reciente apenas tiene unas semanas: la detención y el encarcelamiento de 95 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Mactumactzá, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, por una protesta donde solicitaban la realización del examen de ingreso de manera presencial y no virtual.
Más allá de las remembranzas de aquellos acontecimientos de hace 50 años, la Historia no dejará de insistir en aquellas prácticas que, contra los jóvenes estudiantes, sobre todo de lugares de provincia, se siguen realizando por simple hecho de exigir condiciones diferentes que les favorezcan y les permitan continuar con su formación profesional. El problema no está ni en el lugar, ni las peticiones ni en los antecedentes de quienes piden, sino en que hay quienes, todavía, como ayer, no se callan.
