Cambio de timón

Las voces de algunos países latinoamericanos que se han alzado a propósito de integrar una Cumbre de las Américas con todos los estados continentales son un primer paso, tal vez pequeño, de una nueva manera de hacer política exterior.
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Del 6 al 10 de junio se llevará a cabo en Los Ángeles, California, la Cumbre de las Américas, un foro de alcance continental que se celebra desde 1994 y que apenas cuenta con ocho ediciones y una extraordinaria celebrada en México en 2004. Recientemente ha llamado la atención en el panorama político nacional e internacional por la negativa del presidente mexicano a asistir personalmente si no se hacen invitaciones formales a Nicaragua, Cuba y Venezuela.

La postura del gobierno mexicano parte de las declaraciones del secretario de asuntos del hemisferio occidental en Estados Unidos, Brian Nichols, quien refirió que los tres países antes mencionados no serán invitados por no respetar la democracia. Las críticas al gobierno estadounidense no se hicieron esperar pues para casi nadie es desconocida la política internacional de Estados Unidos, que a lo largo de su vida como país independiente ha tenido injerencia en los destinos políticos de otras naciones del continente y fuera de él, incluido México.

Dentro de las más recientes está el apoyo económico que junto con la Unión Europea ha otorgado a Ucrania para sostener la guerra contra Rusia. La figura de Estados Unidos en el continente sigue siendo muy poderosa, sin embargo, hoy no atraviesa por su mejor momento. La inflación, el aumento en el precio de las gasolinas, el descenso en las reservas de combustible y el apoyo a la guerra en Ucrania, hasta los escándalos del hijo del presidente son algunos de los asuntos que han disminuido la popularidad de Joe Biden.

No obstante, en el resto del continente la sombra estadounidense continúa presente. El poder económico de la potencia de América seguramente continuará influyendo por mucho tiempo más, pero al menos en el ámbito político se pueden advertir algunos cambios de timón. Las próximas elecciones en Brasil y Colombia pueden inclinar al continente hacia los gobiernos de izquierda como en ningún otro momento y quizás Estados Unidos deba aprender cada vez más a negociar con el resto de las naciones. Las voces de algunos países latinoamericanos que se han alzado a propósito de integrar una Cumbre de las Américas con todos los estados continentales son un primer paso, tal vez pequeño, de una nueva manera de hacer política exterior teniendo como compañero a un gigante que durante más de dos siglos ha influido en la vida pública de Latinoamérica.

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