El pasado 25 de junio de 2019, María Isela Valdez, se hincó frente al presidente de México para suplicarle ayuda. Su hijo fue reportado desaparecido el 10 de marzo de 2014.
En ese entonces el mandatario federal le dijo “te lo voy a entregar”.
Ha pasado más de un año de ese hecho y las autoridades no se han reunido de manera formal, con familiares de personas desaparecidas en México.
La toma de las instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) del Centro Histórico, por colectivos de víctimas y feministas, no es un hecho aislado, es un reclamo a los 32 sistemas de justicia estatales.
¿Quiénes son las mujeres que están dentro?
Una de ellas es Yesenia Zamudio, madre de Marichuy Jaimes, una joven asesinada en 2016, su madre desde entonces ha suplicado ayuda, para que los responsables sean sentenciados. No ha tenido respuesta.
En una marcha feminista gritó:
“Tengo todo el derecho a quemar y a romper. No le voy a pedir permiso a nadie, porque yo estoy rompiendo por mi hija. Y la que quiera romper que rompa, y la que quiera quemar que queme, y la que no, que no nos estorbe”.
¡En un reclamo legítimo! son mujeres que han buscado a sus hijas e hijos, son las madres de las víctimas que, al verse abandonadas por la autoridad, captaron su atención a la fuerza.
¿Y de qué se habla?
Que durante la protesta “las feministas”, han pintado cuadros de personajes históricos y arrancaron placas de la CNDH.
¿Por qué no hablar de las muertas, de la falta de procuración de justicia, de la omisión de las autoridades estatales y federales por resolver el problema?
¡Esas no son las formas!… gritan indignados.
En México se contabilizan 61 mil 637 personas desaparecidas.
Y durante este 2020, se tiene el registro de 987 mujeres que han sido asesinadas en México y fue en abril que se dio el mayor registro con 267 homicidios dolosos de mujeres, según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Pero… la indignación en por las pinturas.
