La cultura del plagio y el plagio de la cultura

A propósito del posible plagio de la marca australiana de ropa Zimmermann a textiles indígenas mazatecos, el historiador Luis Fernando Vivero Domínguez analiza que esto va más allá de una marca.
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Esta semana, la marca australiana de ropa Zimmermann fue acusada por el Instituto Oaxaqueño de las Artesanías de plagiar textiles de los indígenas mazatecos que residen en aquel estado. El llamado de este organismo se extendió a otras instituciones homólogas en el país, así como a la propia Secretaría de Cultura del gobierno de México, para solidarizarse con la comunidad mazateca y exigir de manera unísona un reconocimiento de parte de aquella firma por el uso comercial sin los debidos créditos.

La referida firma no tuvo otra opción que aceptar que la “inspiración” de los diseños de su ropa habían sido los textiles mazatecos. Vaya manera de afirmar, sin aceptarlo claramente, de que había plagiado parte de la identidad de aquel pueblo indígena. La solicitud de una disculpa llegó un poco tarde y es evidente que la firma no tenía intenciones de reconocer la originalidad de la ropa mazateca en tanto no fuese evidenciada.

            Este reciente caso no es el primero y, desafortunadamente, sospecho que no será el último. En 2015, la diseñadora francesa Isabel Marant plagió en sus diseños elementos de la cultura mixe, y hace dos años hizo lo propio la afamada marca Carolina Herrera con elementos otomíes y con los diseños del sarape de Saltillo. Del mismo modo que ha sucedido con el caso mazateco, el problema se descubrió posteriormente, una vez que el daño ya estaba hecho.

Se trata, pues, de un actuar que parece estar siendo constante al tiempo que para las marcas de ropa extranjeras se vuelve un asunto menor mientras no queden al descubierto. La pregunta es ¿qué sucede más allá de una disculpa en plataformas o redes digitales que seguramente pocos de los compradores se interesan en conocer? Para entender eso es pertinente, primero, comprender qué es exactamente lo que se está plagiando.

            En los casos arriba referidos lo robado no es precisamente el diseño, sino la identidad; y por identidad entendemos un amplio universo de elementos que, entre otras cosas, incluye la cosmovisión, la historia y las creencias. En las sociedades antiguas la escritura logográfica no existía, al menos en el centro del actual México; la escritura se materializaba por medio de imágenes. Un claro ejemplo de estas manifestaciones son los códices de tradición indígena que han sobrevivido hasta nuestros días.

Así que lo que advertimos en los textiles plagiados son elementos, técnicas, creencias, historias y cosmovisión de estos pueblos, que han sido reelaborados a lo largo de estos siglos y que están, en nuestros tiempos, en continua construcción. Sin lugar a dudas se requieren acciones más determinantes por parta de la autoridad competente para atender un problema que, si se pasa por alto, posiblemente irá en aumento.

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