Onésimo y el desprestigio del clero mexicano

El caso del obispo emérito de Ecatepec debería encender los focos rojos en la Iglesia mexicana, pues lejos de ser un asunto aislado podría ayudar a entender un problema serio.
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Esta semana trascendió la noticia de la postulación del obispo emérito de Ecatepec, Onésimo Cepeda Silva, como candidato a diputado por el distrito local 21, con sede en el Estado de México, por el partido Fuerza por México. El asunto causó revuelo, no solo por la figura que representa el prelado en retiro, sino por su imposibilidad canónica y civil de aspirar y ocupar un puesto de elección popular debido a su carácter de eclesiástico.

Según lo dispuesto por la ley mexicana, así como por el Código de Derecho Canónico vigente, los ministros del culto están imposibilitados a participar en los procesos electorales de cualquier índole. Tan es así que la diócesis de Ecatepec y la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) se deslindaron de los intereses de Cepeda Silva aludiendo que no representaba los principios de la Iglesia. Poco le duró el gusto al obispo emérito, o quizás al partido que lo candidateaba, pues después de su presentación como aspirante a la diputación, aquel terminó por rechazar ser abanderado de Fuerza por México.

El argumento esgrimido por la institución política era que Cepeda Silva, al haber dejado la titularidad de la diócesis ecatepequense, dejó también de ser un ministro del culto. El proceder de Fuerza por México indica un desconocimiento de los lineamientos canónicos y legales que impedían a Cepeda Silva ser postulado, pues ya sin ser prelado, este nunca perdió su carácter de miembro del estado eclesiástico. Del obispo emérito desconozco cuál habría sido su interés por ser candidato, pues se entiende que conoce perfectamente sus derechos y limitaciones como clérigo. ¿Publicidad? ¿Ignorancia? ¿Juego o burla? Quizás preguntárnoslo está de sobra.

El asunto ya no pasó a mayores por la “rápida” respuesta de la Iglesia mexicana y el rechazo definitivo a la candidatura por el propio obispo emérito. El Episcopado Mexicano se tomó el tiempo para definir un posicionamiento temiendo que Cepeda Silva desprestigiara el papel eclesiástico frente a los comicios de junio próximo. Sin embargo, la Iglesia debería cuestionarse a sí misma si conviene seguir teniendo entre sus miembros a un clérigo con una amplia carrera en la política, los negocios y la corrupción, más conocido por sus escándalos que por su ministerio sacerdotal.

No obstante, no hay nada nuevo bajo el sol. El caso de Onésimo Cepeda no es particular de nuestro tiempo, pues a lo largo de su historia el clero católico constantemente se ha visto envuelto en críticas a propósito de su disciplina. Sin embargo, el caso del obispo emérito de Ecatepec debería encender los focos rojos en la Iglesia mexicana, pues lejos de ser un asunto aislado podría ayudar a entender un problema serio y reciente para el Episcopado mexicano: la disminución de creyentes católicos en México durante la última década. 

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