¿Para qué sirve la Historia si no es para sensibilizar?

Pareciera que al paso de los años la sociedad pierde mayor contacto con su entorno mientras que el pensamiento individualista se consolida.
COMPARTE:

En el ámbito de la cultura, la noticia de esta semana la dio el conjunto conventual franciscano de Tlaxcala, que entró en la selecta lista de los bienes inmuebles mexicanos declarados como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Este espacio, construido en la primera mitad del siglo XVI, fue y continúa siendo la sede de la diócesis de Tlaxcala, el primer obispado fundado en la entonces Nueva España, inclusive antes que el de México.

De las experiencias que he tenido al ingresar a edificios erigidos en una época diferente a la nuestra, la de la catedral de Tlaxcala fue la que más sensibilidad produjo en mí; la capacidad para trasladarme, en mi mente, a un siglo distinto al mío apareció apenas di un paso adentro de aquel antiquísimo edificio. Para quienes nos dedicamos al estudio del pasado, poder sensibilizarnos y comprender a sociedades que ya no existen resulta fundamental para nuestro ejercicio historiográfico, pero no es fácil llegar a ello. No es pues, una repetición de fechas o datos curiosos, si no una ardua tarea que equivale a mirar a través de los ojos de personas de otro tiempo.

A la par que aparecen este tipo de noticias que ayudan a la preservación de los testimonios materiales del pasado aparecen otras poco dignas de recordar y de corte negativo, mismas que ya poco ruido hacen en nuestra mente. En efecto, pareciera que al paso de los años la sociedad pierde mayor contacto con su entorno mientras que el pensamiento individualista se consolida. Acontecimientos lamentables pasan inadvertidos o, al menos, causan cada vez menor impacto en la población que parece más ajena a lo que sucede más allá de su círculo cercano.

Entre tantas otras cosas, la importancia de las Humanidades y en ciencia como la Historia radica en generar seres humanos más sensibles y empáticos, al grado de que comprender sociedades pretéritas nos dé la pauta la comprender también a las del presente. La pérdida de la sensibilidad con nuestro alrededor sin duda tiene impacto no solo en la incomprensión de problemáticas ajenas, sino también la indiferencia para coadyuvar a solucionarlas.

Cuánto bien nos haría en nuestro tiempo que esa sensación al ingresar a un edificio de otra época se replicara sin la necesidad de experimentarlo físicamente, y que la posibilidad de imaginar escenarios ahora inexistentes fuera tan fácil como para recrear realidades ajenas. Quizás el sentido de humanidad nos regresara un poco.

Videos recientes

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *