Patrimonio en préstamo

El Tonalámatl sentó un precedente en las relaciones diplomáticas entre México y Francia.
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En 1982, el abogado mexicano José Luis Castañeda robó de la Biblioteca Nacional de Francia un documento pictográfico conocido como Tonalámatl de Aubin, un códice de carácter adivinatorio elaborado, según los estudiosos, en el periodo anterior a la conquista española. Resguardado hoy en la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, en la sede del Museo Nacional de Antropología, el Tonalámatl sentó un precedente en las relaciones diplomáticas entre México y Francia, en el acceso a los materiales de origen mexicano resguardados en aquel repositorio parisino y en el clamor por la recuperación de objetos pertenecientes al pasado de nuestro país.

Recientemente el Diario Oficial de la Federación publicó un acuerdo para que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de su director, pueda solicitar a otro país el préstamo de bienes considerados monumentos arqueológicos, históricos o artísticos de México. El propósito es que la autoridad federal cuente con patrimonio mexicano proveniente del extranjero para ser presentado en la exposición “México diverso, territorios, culturas y civilizaciones”, con motivo de los cinco siglos de la conquista española y los doscientos años de la consumación de la independencia nacional.

El acuerdo pretende darle facultades al INAH para solicitar estos objetos resguardados en museos y repositorios del extranjero, varios considerados como bienes bastante preciados que, a mi juicio, difícilmente podrían ser prestados por los gobiernos dada la importancia y el valor históricos de estos materiales. Y me refiero de manera particular a bienes emblemáticos como el “Penacho de Moctezuma”, conservado en Viena, Austria, o el Códice Florentino, resguardado en El Vaticano.

El préstamo de objetos con carácter patrimonial es una verdadera odisea, pues debe haber el compromiso de los países involucrados en la devolución en tiempo y forma de los bienes comprometidos, además de que el país receptor cuenta con mayor responsabilidad en el traslado y retorno de los objetos al país de destino y al país de origen, respectivamente. Veremos en las próximas semanas de qué manera el INAH ejerce esta facultad y qué materiales solicita para una eventual y próxima exposición que, por las conmemoraciones que vivimos, parece ser prometedora. Una tarea de mucha estrategia diplomática.

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