Lo curioso es que, proviniendo tales aseveraciones de personajes de la vida pública nacional, con amplios reflectores, comienza a transmitirse una serie de prejuicios que pueden desencadenar dudas por parte de la población mexicana, no solo en la eficacia de Abdala sino de otros biológicos que no sean Pfizer o Moderna, tal como sucedió con Astra Zeneca, Sputnik V y CanSino. Generar incertidumbre o burla en épocas de riesgos sanitarios puede traer consecuencias severas en la consecución de una pandemia como la que hoy continúa.
Continúa pesando en el discurso político, tanto en las figuras con alta proyección como en la sociedad misma, la creencia en la supervivencia de un comunismo que, a decir verdad, nunca existió. Por ejemplo, en las recientes elecciones presidenciales chilenas en las que salió victorioso Gabriel Boric, candidato de la oposición, proyectaron en las redes un triunfo “comunista”. Situación semejante aconteció con la llegada al poder de Pedro Castillo en la presidencia de Perú.
El peso de las ideologías, por desgracia, ha estado golpeando el avance de la vacunación contra el covid-19, pues si por un lado continúa un porcentaje alto de población sin acceso a vacunas, por otro lado, quienes pueden acceder a ellas dejarán de hacerlo si no se les aplica la que quieren. Este escenario lo hemos visto desde el año pasado y tan peligroso es quien aseguraba que las vacunas insertaban un chip (aunque suene ingenuo) como quien hoy cuestiona una vacuna por provenir de un país “comunista”.
Habrá que esperar, mientras tanto, que hacia el segundo trimestre del año comience a llegar y aplicarse la vacuna Abdala como refuerzo, y con ello, seguramente, una buena dosis de críticas, dudas e incertidumbre que juzgarán y rechazarán un biológico desde el campo político y no del de la ciencia.