Al unísono: No a los recortes al INAH y la ENCRyM

Profesionales del arte, cultura y humanidades casi siempre han trabajado en condiciones precarias y ahora pretenden recortarles 75 % del presupuesto.
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En las semanas recientes se ha desatado un desacuerdo unísono entre los miembros, intelectuales y representantes de las ciencias sociales y las humanidades (historiadores, arqueólogos, antropólogos, restauradores y museógrafos) por los recortes del 75 % a los recursos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y, en los últimos días, a la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM, dependiente del INAH) que ha realizado el gobierno de México.

El recorte, autorizado por la Secretaría de Hacienda, se suma a otro realizado al Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV) meses antes y al cese de recursos para el otorgamiento de becas a estudiantes de posgrado del Instituto de Investigaciones “Dr. José María Luis Mora” (este último caso ya fue resuelto). Todos, sin lugar a dudas, son injustificables, pero en esta ocasión me referiré al que compete a los dos primeros: INAH y ENCRyM).

La primera institución de ellas, el INAH, es un organismo que desde 1939 se ha dedicado a estudiar, resguardar y conservar el patrimonio histórico, antropológico, arqueológico y paleontológico del país; ningún sitio que involucre estas áreas del conocimiento, en México, puede ser modificado sin antes contar con la autorización del INAH. Quienes nos dedicamos a las humanidades y las ciencias sociales reconocemos en esta institución el trabajo que realiza porque aquello que resguardan muchas veces es la fuente primaria de nuestros estudios.

En segundo lugar, la ENCRyM es la escuela más importante de restauración en nuestro país y produce profesionales que realizan un trabajo muy especializado en la preservación de monumentos, edificios, pinturas, documentos, telas, mapas plumaje, joyas, objetos de uso cotidiano y todo aquel material que constituya un testimonio del pasado. Por ejemplo, gracias al trabajo conjunto entre el INAH y la ENCRyM se ha podido restaurar una importante cantidad de bienes muebles e inmuebles registrados por el INAH, que sufrieron afectaciones tras el sismo del 19 de septiembre del 2017.

Por si fuera poco, la labor que ambos organismos realizan no es sólo para beneficio de un sector de especialistas que tiene como fuente de estudio y trabajo los bienes conservados por el INAH. Cierto es que todos estos objetos integran el patrimonio cultural y tangible del país, y no pocos han sido reconocidos por la UNESCO. Y como un agregado, los sitios arqueológicos y paleontológicos, así como los museos, congregan importantes derramas económicas que derivan de ser éstos importantes destinos turísticos.

Huelga aclarar que las áreas de arte, cultura y humanidades han trabajado ante condiciones precarias durante largo tiempo. Esto es algo bien sabido en el gremio. Ante un mundo que cada vez tiene necesidades más apremiantes se ha dejado de lado instituciones como el INAH que, constantemente, se ven en la necesidad de suspender los pagos a sus trabajadores o, inclusive, no aprobar proyectos de carácter arqueológico por falta de recursos.

A título personal, he visto diferentes espacios como son el templo agustino del convento de Malinalco, el franciscano de Calimaya o el Santo Desierto de Tenancingo (los tres ubicados en el Estado de México) que han suspendido labores de restauración debido a que los restauradores dejaron de prestar servicios por falta pagos. En consecuencia, y con el paso de los meses, estos edificios dejan de ser un atractivo turístico para quien desea visitarlos.

Es decir, la precariedad con la que estas instituciones han (sobre)vivido no es de este momento, pero si se reducen en un 75 % los recursos que se les otorgan, en automático pasarían a ser organismos inoperables. La solución sería duplicar los recursos a esas áreas o, por lo menos, revertir el recorte que aún sigue en marcha.

SÍGUEME: @ViveroDominguez 

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