Buenos y malos

Curioso es que, entre los países que más velan por el retorno de la paz se encuentran algunos que más armas producen en el mundo.
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El 23 de febrero pasado, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), México rechazó “el uso de la fuerza” y reiteró “su llamado a una salida política al conflicto en Ucrania”. Una parte de las reacciones en el país calificó de frío el posicionamiento frente a la intervención rusa en territorio ucraniano; a este grupo se sumó también la Embajada de Ucrania en México por medio de su titular, Oksana Dramaretsha.

Un día después canciller mexicano, Marcelo Ebrard, mediante video condenó “enérgicamente” la invasión de Rusia, demandando el cese a las hostilidades y el inicio de un diálogo que protegiera a la población. Después de esto, muchas personalidades del ambiente político aplaudieron el nuevo posicionamiento, aunque sin dejar de señalar un pequeño retraso.

En este mismo ambiente, plataformas y redes sociales han suspendido las cuentas y canales del canal de televisión ruso Actualidad RT, al tiempo que un diputado español en el parlamento europeo instaba a formalizar un posicionamiento claro a los países que no lo habían hecho aún si no deseaban estar en el lado incorrecto de la historia.

En conjunto, todas estas estas acciones parece que están construyendo una narrativa de la guerra ruso-ucraniana como un conflicto entre buenos y malos. El villano Vladimir Putin que ha perdido el piso, y los héroes congregados en la OTAN que están respondiendo con sanciones económicas para salvaguardar la democracia y la paz mundiales. Curioso es que, entre los países que más velan por el retorno de la paz se encuentran algunos que más armas producen en el mundo.

Estos discursos son peligrosos por el fuerte sesgo que pueden generar en la información, que a su vez manipula lo que la población puede o no ver, ante la ausencia o limitación de perspectivas dadas por medios no occidentales. Ello no implica no condenar el ataque ruso ni las vidas que siete días después del conflicto ha consumido la guerra. No es, pues, un asunto de buenos y malos, y tampoco se trata de apoyar un equipo u otro. Los conflictos son mucho más complejos como para deber tomar una postura. Lo necesario y urgente es solucionarlos y evitar por lo pronto más derramamiento de sangre.

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