El 23 de febrero pasado, a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), México rechazó “el uso de la fuerza” y reiteró “su llamado a una salida política al conflicto en Ucrania”. Una parte de las reacciones en el país calificó de frío el posicionamiento frente a la intervención rusa en territorio ucraniano; a este grupo se sumó también la Embajada de Ucrania en México por medio de su titular, Oksana Dramaretsha.
Un día después canciller mexicano, Marcelo Ebrard, mediante video condenó “enérgicamente” la invasión de Rusia, demandando el cese a las hostilidades y el inicio de un diálogo que protegiera a la población. Después de esto, muchas personalidades del ambiente político aplaudieron el nuevo posicionamiento, aunque sin dejar de señalar un pequeño retraso.
En este mismo ambiente, plataformas y redes sociales han suspendido las cuentas y canales del canal de televisión ruso Actualidad RT, al tiempo que un diputado español en el parlamento europeo instaba a formalizar un posicionamiento claro a los países que no lo habían hecho aún si no deseaban estar en el lado incorrecto de la historia.