“Se agrava sequía en el Cutzamala”, fue uno de los titulares más recurrentes en la semana que culminó, pues las presas que integran el sistema de distribución de agua para el Valle de México están al 46 por ciento de su capacidad, aunque ya han estado en ese nivel. De inmediato se voltea a ver el cielo, no ha llovido, el cambio climático y algunos otros argumentos para justificar la falta de líquido, las pérdidas al turismo y demás, pero nadie voltea a los bosques.
En las últimas dos décadas, el Estado de México perdió 8 mil hectáreas de bosque, una disminución del 1.2 por ciento de la cobertura arbórea, de acuerdo con las alarmantes cifras publicadas por la Global Forest Watch (GFW), asociación dedicada al monitoreo de los bosques.
Y lo más dramático es que la mitad de esa pérdida de bosques se da en 11 regiones de la entidad, y la lista de esas 11 regiones la encabeza Valle de Bravo justamente con 799 hectáreas de bosque perdidas, justo ahí donde está una de las principales presas de abastecimiento al sistema Cutzamala. Peor aún, es que estas pérdidas han sido en zonas consideradas protegidas.
El reporte de GFW también señala en esa lista a municipios como Temascaltepec y Donato Guerra, que también conforman esa región donde sabemos que lo que imperan son los bosques. Yéndonos a otras regiones también afectadas está la de Xalatllaco.
Esta situación sin duda ha afectado la falta de agua en las presas que conforman el sistema Cutzamala, como es la Miguel Alemán de Valle de Bravo. La tala clandestina, delito del que se habla poco pero no ha sido controlado, los incendios provocados en su mayoría para poder cambiar el uso de suelo para cultiva aguacate, por ejemplo, y sin duda la deforestación para poder construir complejos turísticos, zonas residenciales y otros espacios en donde los árboles no tienen cabida.
Ahí es a donde tienen que mirar los políticos, ahí tienen que voltear los candidatos a diputados federales que ya están en campaña desde hace una semana, ahí deben de enfocar las propuestas de campaña, no más de lo mismo. Hoy la preocupación no está centrada en los bosques, que además de ayudar a la recarga de los mantos freáticos, contribuyen a combatir la contaminación, urge un plan verdadero para poder recuperar lo perdido.
