El fantasma del racismo

El reciente asesinato en Estados Unidos revivió al racismo como tema central, problema histórico en México, así lo rememora en su análisis Luis Fernando Vivero.
COMPARTE:

Hace poco menos de 500 años, cuando la ciudad de México-Tenochtitlan ya había sido sometida, el conquistador Hernán Cortés escribió al monarca español, que en aquel tiempo era Carlos I, solicitando que enviase a las nuevas tierras sometidas un grupo de frailes para iniciar la conversión de los indios a la religión católica. Tres años después, en 1524, llegarían 12 religiosos franciscanos para encabezar de manera expedita un proceso de evangelización de largo alcance.

Muy a la par en que esa evangelización se realizaba, en Europa se llevaba a cabo una intensa discusión que involucraba a varios teólogos reconocidos, quienes cuestionaban la naturaleza de los indios conquistados con el propósito de entender si éstos tenían alma como cualquier cristiano de aquel tiempo, pero sobre todo, si estaban en vías de comprender los dogmas de la fe que se les comenzaba a inculcar. Sin embargo algunos años después, la venia papal concebiría a los indios americanos como individuos con alma, capaces de todo entendimiento y merecedores, por lo tanto, de un trato digno como a cualquier otro vasallo del rey.

No obstante, en las décadas sucesivas los indios y los miembros de otras calidades sociales continuaron siendo excluidos —algunas veces más, otras menos— de su participación en determinadas áreas y actividades de la vida pública, y en el más afortunado de los casos, vistos con cierto recelo. Los criollos de la segunda mitad del siglo XVIII, por ejemplo, se sintieron herederos de las culturas del México Antiguo, pero se deslindaban de tener algún vínculo biológico y social con los indios de su tiempo.

Si hacemos un salto en el tiempo y viajamos al siglo XX, veremos que las cosas no son del todo distintas, aunque hay que advertir que las circunstancias poco a poco han mejorado en algunos aspectos, para bien de las partes históricamente afectadas. Vayámonos al Estados Unidos de mediados del siglo pasado y recordemos la figura de Martin Luther King con la defensa de los derechos civiles de los afroestadounidenses, signo de que éstos no gozaban legalmente de estas facultades. O si usted lo prefiere viajemos a África, específicamente a Sudáfrica a fines de la década de 1980 cuando se ponía fin al Apartheid, un sistema de segregación racial que excluyó, alrededor de cuarenta años, los derechos y libertades de un sector de la sociedad mayoritariamente negro.

Si usted lo prefiere, es posible regresar de nueva cuenta a nuestro país, situándonos en el año 1968, cuando se estrenaba la película El Bastardo, con la actuación protagónica de la actriz mexicana María Elena Velasco, quien interpretaría el personaje de “La India María” en esa y varias películas más. Aunque ciertamente Velasco fue reconocida por su singular y cómico personaje que vivía diferentes aventuras fuera de su contexto original, lo haría bajo la indumentaria tradicional de una mujer indígena mazahua, cuya desigualdad e ignorancia característicos del personaje reprodujeron el estereotipo del indígena que muchos mexicanos siguen utilizando como una manera de sentirse superiores.

Tampoco podríamos olvidarnos de las críticas realizadas a Yalitza Aparicio, después de participar en la película Roma (2018), de Alfonso Cuarón, mediante la cual estuvo nominada en la categoría de Mejor Actriz en los Premios Óscar. Críticas como las del actor Sergio Goyri que insultó a Aparicio, no por el trabajo realizado en el filme, sino por el hecho de ser indígena.

La lista de ejemplos de discriminación por origen y calidad social es innumerable y seguramente usted tiene en mente el más reciente que ha ocupado a la prensa internacional: el asesinato de George Floyd en Mineápolis, Estados Unidos. Quizás, estimado lector, usted puede ver como culpable al policía que le causó la muerte a Floyd o inclusive al presidente de aquel país, Donald Trump, que ha alimentado su discurso político con base en el odio.

Sin embargo, es evidente que el racismo que impera en el mundo y en México es un problema de raigambre histórica, que por momentos parece erradicado, pero en otras ocasiones encuentra el pretexto más pequeño para aflorar. Así pues, carece de sentido culpar a los españoles por discriminar a los indios, o a los ingleses por establecer el Apartheid en Sudáfrica. El racismo es un fantasma que ha recorrido el mundo desde hace muchos años y existe hoy bajo esquemas ideológicos que no merecen seguir reproduciéndose, que no merecen que los sigamos reproduciendo.

Sígueme:

@ViveroDominguez

Videos recientes

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *