¿El poder de un solo hombre?

Es muy ocioso y absurdo intentar navegar en la mente de Putin y querer encontrar allí las razones de la invasión rusa.
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A propósito de la guerra en Ucrania tras la invasión rusa, la prensa se ha atiborrado de noticias y opiniones sobre el curso que han tenido los acontecimientos. Como parte del discurso que plantea la bipolaridad de los países enfrentados como una lucha entre buenos y malos se ha venido construyendo una retórica que califica a Rusia como una nación maligna, que busca hacerse del territorio ucraniano solo por ser “mala”.

En editoriales pasados he referido sobre la complejidad de este tipo de conflictos y las dificultades para caracterizar a sus involucrados como buenos o malos. Una de las aristas de esta retórica reciente se ha interesado por adentrarse psicológicamente en el cerebro de Vladímir Putin y “desenmascarar” su personalidad autoritaria y dictatorial. El periodista León Krauze, de quien desconozco si cuenta con estudios sobre el funcionamiento del cerebro humano, hizo un ejercicio de este tipo para responsabilizar de manera absoluta a Putin sobre la invasión rusa.

Su padre, el historiador Enrique Krauze, también ha señalado recientemente en sus conocidos tuits sobre el grave riesgo que corren las democracias cuando se coloca todo el poder en manos de una sola persona. Claro, refiriéndose a Putin, aunque eventualmente dirigiendo su mensaje al presidente mexicano como una advertencia de “lo que puede suceder” cuando no se pone un freno a los gobernantes.

Desafortunadamente para este tipo de afirmaciones no hay acontecimientos de gran calado, como el que actualmente presenciamos, que sean resultado de las acciones de una sola persona. Desde luego, es más fácil atribuirle a un ser humano las razones de un conflicto porque resulta más sencillo buscar culpables inmediatos. La Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, no hubiera sido posible sin el apoyo de enormes masas de población que brindaron su respaldo a Adolfo Hitler. El ascenso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, por más extraño que fue, solo se logró con el apoyo de millones de ciudadanos estadounidenses que convergieron con sus ideas.

Es muy ocioso y absurdo intentar navegar en la mente de Putin y querer encontrar allí las razones de la invasión rusa. Además de que lleva el debate a un nivel donde las fobias suplantan las discusiones sensatas e inteligentes.

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