El problema de idolatrar épocas

Polémica por el análisis de Pablo Majluf, quien ha señalado que el racismo en México no existe y es, en todo caso, una importación de conceptos y categorías provenientes del extranjero.
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Ciertamente las redes sociales no son un medidor de lo que acontece afuera o de lo que piensa la sociedad, pero nos permiten sondear un poco hacia dónde se dirigen las principales discusiones y los temas del momento, en nuestro país y en el mundo. En días recientes, la que más ha causado revuelo procede de los dichos realizados por Pablo Majluf, un analista que escribe para diferentes diarios de circulación nacional. La semana pasada y esta participó en un programa televisivo que ha dedicado los últimos dos miércoles a discutir la existencia y los alcances del racismo en México.

Majluf ha señalado en repetidas ocasiones que el racismo en México no existe y es, en todo caso, una importación de conceptos y categorías provenientes del extranjero, particularmente de Estados Unidos, que han tratado de explicar la realidad mexicana. Para sustentar sus dichos refirió a historiadores de la época colonial que han estudiado la sociedad novohispana, y que han explicado, a mi juicio, de manera muy consistente, que las mal denominadas “castas” fueron una configuración cultural y no precisamente racial e inamovible. Es posible recordar los “cuadros de castas” presentes en los libros escolares de historia, así como las diferentes mezclas que era común aprenderse: “de español e indio, mestizo”, “de español y negro, mulato…”.

Pues bien, aunque de manera descontextualizada e incomprendida Majluf utilizó estas aseveraciones para justificar que en México el racismo no había existido antes y ahora, sin conciencia de ello abrió un debate sobre la manera en que historiadores y no historiadores muchas veces entendemos el pasado; una cosa que es inmanente a muchas explicaciones históricas y que puede influir de forma determinante al momento de hacer interpretaciones equivocadas. Vamos, una muestra de que el pasado no es solo un aprendizaje dado, sino una construcción hecha desde el presente y que debe hacerse con cuidado.

Para entender el pasado y comprenderlo es necesario recrear escenarios que no nos corresponden (algo verdaderamente difícil), solo así podremos reconocer que ninguna sociedad pretérita debe ser idealizada ni fue mejor que otra. Quizás una de las etapas más ensalzadas de la historia mexicana es la colonial (siglos XVI-XIX), al grado de que se ha normalizado afirmar que nuestro país se convirtió desde allí en una sociedad mestiza después de la conquista.

Sin pretender decir tampoco que aquellos siglos fueron peores que este, sí se vuelve necesario mirar otras épocas como etapas con problemáticas propias y algunas otras parecidas a las que hoy vivimos: saqueos, muertes, explotación, violencia y, por supuesto, discriminación por color de piel, origen, religión, estatus económico. La existencia de estas prácticas y no poderles llamar propiamente racismo no demuestra los dichos por Majluf, pues las sociedades antecedentes como la novohispana eran desiguales y (como la nuestra) no perfectas.

Varios problemas siguen permeando la comprensión del pasado, pero destacan dos: idealizar procesos pretéritos como si fuesen una panacea, y adaptar explicaciones del pasado a modo para justificar nuestros propias dichos.

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