“Se vio a los ciudadanos huir unos de otros, al vecino casi no cuidarse del vecino, a los parientes visitarse raras veces y a distancia; el espanto de esta tribulación entró con tanta fuerza en los pechos de hombres y mujeres, que el hermano abandonaba al hermano, el tío al sobrino […] y lo que es aún peor y casi increíble, los padres temían visitar y cuidar a sus hijos como si fueran extraños”.
Lo que usted acaba de leer no es la noticia que aparece en algún diario europeo, ni mucho menos un reporte de la conferencia vespertina sobre el Covid-19 en México; se trata de un fragmento de El Decamerón, obra de Giovanni Boccaccio ambientada en los años que la peste negra asolaba Europa hace cerca de siete siglos.
Aunque por el relato pareciera que la historia se está repitiendo, esto no es así. Más bien, lo que sucede es que, ante situaciones de grandes dimensiones y extraordinarias como lo es una epidemia, las reacciones de los seres humanos suelen ser muy parecidas. Ciertamente, nadie es experto en ello, pero llama poderosamente la atención que a pesar de que existen casi setecientos años de diferencia, tanto la epidemia de peste como la de Covid-19 logran mostrar el rostro de la sociedad sin tapujos.
Sin embargo, aunque he dicho que se trata de acontecimientos extraordinarios, es preocupante la rapidez con la que han estado surgiendo brotes epidémicos en los últimos años alrededor del mundo, siendo la epidemia de influenza AH1N1 del 2009 la que, en nivel de emergencia, antecedió a la que ahora nos afecta. Es posible entonces que, ante el aumento desenfrenado en la alteración de los ecosistemas, la humanidad deba prepararse para episodios semejantes al actual y de manera más constante y agresiva. Es, en todo caso, una señal de alarma ante un próximo statu quo mundial donde podrían cambiar nuestras prácticas y visiones sobre el mundo.
Comparto la opinión que Jorge Ossona emitió para el diario argentino Clarín a fines del mes pasado. Ossona, citando al historiador Eric Hobsbawm somete a discusión el inicio del siglo XXI con la epidemia de Covid-19. Aunque me parece todavía arriesgado hacer esta afirmación, no hay duda de que estamos viendo algunas coyunturas que quizás próximamente devengan en cambios estructurales, no sólo en la política y economía del mundo, sino en las relaciones sociales y culturales de sus habitantes.
Aunque las epidemias han sido una realidad constante en la historia de la humanidad, sus alcances son muy variables. Será motivo de estudio para los siguientes años los cambios que el Covid-19 está generando en la sociedad y no hay duda de que ya los estamos presenciando. ¿Podremos releer El Decamerón y encontrar coincidencias nuevamente? Estará por verse.
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