Guerrear contra el patrimonio

Después de tres meses y medio de guerra ruso-ucraniana, el Ministerio de Cultura de Ucrania ha reportado cerca de 300 inmuebles patrimoniales atacados por las fuerzas rusas. Es esta parte de la guerra simbólica.
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A manera de ilustración, la destrucción del patrimonio de un pueblo es como cortar todo tipo de vínculos con una entidad que sostiene, protege y guía el camino de una sociedad. Se desbarata aquello que da cohesión y que nos mantiene unidos al resto de una comunidad más grande. Sea un monumento, una lengua antigua, una especie de flora o fauna endémica, un documento, una obra de arte, una costumbre… Cuando algo de ello desaparece el pueblo se vuelve débil y luce desorientado porque no tiene a qué arraigarse.

Una forma inequívoca de destrucción sin lugar a duda es la guerra, ya sea por daños colaterales o por un afán marcado por hacer pedazos elementos tangibles o intangibles de la cultura de un grupo humano. Cuando los europeos llegaron a América en el siglo XVI no osaron en destruir los antiguos edificios religiosos; por un lado, como afectaciones derivadas del uso de artillería y, por otro lado, por un deseo de desaparecer cualquier vestigio de las antiguas deidades. En épocas más próximas tenemos los importantes saqueos de obra de arte realizados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Y aún más cercanos en el tiempo es imposible ignorar las destrucciones que el terrorismo ha realizado en países como Irak, Afganistán, Siria o Libia, sitios que fueron la cuna de importantes civilizaciones durante la antigüedad y de las que sobrevivieron asombrosos monumentos. Pues bien, hoy después de casi tres meses y medio de guerra ruso-ucraniana, el Ministerio de Cultura de Ucrania ha reportado cerca de 300 inmuebles patrimoniales atacados por las fuerzas rusas desde que comenzó el conflicto. Sin embargo, resulta todavía difícil obtener una cifra exacta y, sobre todo, dimensionar el tamaño de los daños debido a que se trata de una guerra aún en curso.

La Organización de las Naciones Unidad para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), cuenta con reportes preliminares de cerca de 100 sitios afectados, siendo la mayoría de índole religioso. Habrá que esperar, sin duda, que la situación cambie para que se analicen las posibilidades de rescatar algunos de ellos, pues no solamente son patrimonio nacional, sino también patrimonio mundial.

La guerra simbólica que involucra la destrucción de bienes históricos también repercute en los intereses rusos de adherirse territorios que hasta hace algunos meses seguían siendo considerados por Rusia como parte de Ucrania. Por ahora, parece que el objetivo de derribar inmuebles de este tipo con el propósito de desgastar la ya de por sí resistencia ucraniana en el conflicto logró su cometido.

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