Historia: ¿rencores y disculpas?

El presidente López Obrador retomó el tema de la disculpa pública de España a México, por la conquista. Sin generar el ruido mediático como el año pasado, las palabras de AMLO no pasaron desapercibidas.
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Una nota salió en los periódicos nacionales uno de los últimos días de marzo del 2019 donde el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, comunicó a los medios que había enviado una carta a España y al Vaticano donde solicitaba que estos dos Estados pidieran una disculpa pública por la conquista de las antiguas sociedades americanas, suscitada hace casi cinco siglos. La noticia provocó revuelo en la discusión nacional y estuvo a poco de generar un conflicto diplomático entre México y aquellas dos naciones europeas.

La mañana de ayer, de nueva cuenta, el mandatario retomó el asunto a propósito de la próxima conmemoración del bicentenario de la declaración de independencia, a llevarse a cabo el 27 de septiembre de 2021. Sin generar el ruido mediático como el del año pasado, las palabras del presidente no pasaron desapercibidas, menos aún para quienes nos dedicamos al estudio del pasado.

Me parece que, de manera muy particular, la conquista de México es uno de los episodios de la historia nacional que mayores sentimientos de animadversión genera entre los mexicanos; situación muy contraria a lo que representa la insurgencia de 1810 encabezada por Hidalgo. Estos contrastes no son fortuitos y están estrechamente vinculados con la enseñanza de la Historia en los niveles básico —mayormente— y medio superior, donde el discurso ha girado en torno a las nociones de buenos vs malos, villanos vs héroes.

Como lo he sostenido en otras editoriales, esta manera de enseñar la historia ha sido útil, sencilla y muy clara para ser aprehendida, pero pierde absoluta validez cuando adquiere tintes políticos y se convierte en un mero repositorio de fechas, nombres de personas y de lugares. Ahora bien, la situación toma un nuevo tono cuando estas nociones son utilizadas con el propósito de juzgar al pasado desde el presente.

Culpar a individuos, hombres y mujeres, que vivieron en otros tiempos, sobre sus acciones, es un error en tanto que lo hacemos bajo nuestro contexto, interés y criterio. Las tradiciones jurídicas, las creencias, las normas morales y sociales, así como las maneras de entender la realidad no son ahistóricas, sino que se transforman a lo largo del tiempo. Así que, lo que para nosotros hoy puede resultar ajeno, como la esclavitud de seres humanos, en algún momento del pasado fue legal. Así es, lo bueno y lo malo son posiciones subjetivas no sólo entre personas, sino también entre épocas y sociedades diferentes.

Ello no significa que las muertes derivadas de las guerras de conquista de hace 500 años, como de las que ayer solicitó disculpas el presidente de México, sean dignas de admiración. Sin embargo no hay cabida para intentar fincar responsabilidades sobre un acontecimiento que, aunque desde el presente puede considerarse “malo”, en su momento era un acto común, más de lo que puede imaginarse.

Las disculpas no son necesarias, menos aun cuando los principales involucrados ya no están vivos.

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