Irónica indignación mexicana por Floyd

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A muchos desde luego que nos consternó el momento en que el George Floyd era sometido por un policía, brutalidad que terminó con su vida y que provocó posteriormente protestas antiracistas en la unión americana.

Nos indignamos por la discriminación en aquel país porque nuestros connacionales padecen de ello y, quizá me equivoque, pero al menos usted y yo tenemos a un familiar o un conocido en ‘el otro lado’.  Pero, ¿quién se indigna por lo que ocurre en México?

 La Encuesta Nacional sobre Discriminación 2017, la más reciente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), revela que en México una de cada cinco personas (20.2 %) declaró haber sido discriminada por su apariencia física, que incluye la forma de vestir, el peso o la estatura y el tono de piel. ¿Aquí no decimos nada?

En el Estado de México no es la excepción, estamos un poco arriba del nivel nacional de discriminación con 24 %, es decir, por cada 100 personas, al menos 24 declararon haber sido discriminada por ese motivo. Estadísticamente indica que más de 4 millones de habitantes en el Edomex ha sido discriminado, que se les ha negado algo o simple y sencillamente se les ha hecho o dicho algo por su tono de piel, por cómo visten, por su peso o su talla.

Basta con recordar los recientes hechos de discriminación a personal médico que está al frente del covid-19. Cientos de mexicanos los vio con discriminación y no hicimos algo por evitarlo. Lo mismo con la llegada de inmigrantes al Valle de Toluca, por ejemplo, se les empezó a ver ‘raro’.

Esta discriminación ha propiciado que también se niegue algún derecho, como apoyos de programas sociales, atención médica o medicamentos y trámites gubernamentales. En este rubro el Estado de México está en segundo lugar con un porcentaje de 31.6% de su población encuestada.

Lo peor es que efectivamente no pasa nada, pues alrededor de nueve de cada diez actos discriminatorios percibidos no son denunciados, y creo es principalmente por eso, porque no pasará nada. Así que cuando nos indignemos por un hecho ajeno, ojalá podamos reflexionar por lo que aquí no hemos solucionado.

Somos una sociedad racista, que se indigna por lo que ve, pero que poco actúa por solucionarlo. Me dirá que el problema es estructural, sí, y tiene que ver la seguridad pública, la situación económica y otros factores, pero principalmente nuestro tejido familiar que poco a poco pende de un hilo. Ojalá que este confinamiento nos ayude a recapacitar como mexicanos que nos necesitamos y que discriminar a la gente por algún motivo simplemente nos lastima más.

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