En varios países de Europa occidental están comenzando a levantar las restricciones de la cuarentena en la que buena parte del mundo ha estado a causa de la pandemia que hoy vivimos. La enfermedad, que llegó por lo menos un mes antes a aquel continente, ahora muestra una tendencia al declive en el número de casos y fallecimientos en esa zona del hemisferio. Desde luego, se trata de un regreso escalonado a lo que denominamos la vida normal.
La situación en América es todavía muy distinta, pues aunque Estados Unidos ha dado inicio también a una disminución en las restricciones en algunos estados, varios países como México están por registrar sus números más altos de infectados y defunciones por Covid-19. En el caso de nuestro país, la fecha de límite de la Jornada Nacional de Sana Distancia —hasta este día— aún se mantiene para el 30 de mayo.
A propósito de estas nuevas fases que va adquiriendo el desarrollo de la pandemia, en los últimos días han surgido cuestionamientos interesados en conocer cuáles son los cambios que traerá consigo esta crisis sanitaria, sobre todo en lo referente al funcionamiento y en la concepción del mundo. No pocas de estas interrogantes, me atrevo a señalar, derivan de una equivocada percepción de la pandemia como un episodio catastrófico, sobre lo cual escribí la semana pasada. Dicho de otro modo: al tomar como premisa que la crisis está marcando un antes y un después en la historia de la humanidad, se está dando por hecho que el retorno a la normalidad será distinto y que la realidad existente ya no será la misma.
Por poner un ejemplo, en días recientes el diario español El País publicó una serie de imágenes donde se observan las condiciones en que se vive el Covid-19 en diferentes partes del mundo; el discurso de estas fotografías estaba dirigido a exponer qué acciones realizan otras naciones en su intento por regresar a la normalidad bajo el riesgo de un rebrote de la epidemia. Otra serie de imágenes, publicadas por el mismo diario ayer 6 de mayo, en un tono futurista y fantasioso se cuestiona si los espacios públicos se modificarán y en qué manera lo harán una vez que finalice la pandemia. Como podemos ver, existe un interés legítimo en entender si el mundo cambiará y cómo lo hará en los próximos meses.
El historiador francés Fernad Braudel afirmó que para estudiar la evolución de las sociedades del pasado era pertinente hacer uso de tres conceptos básicos: la corta, la mediana y la larga duración, a partir de los cuales sería posible explicar el alcance de los acontecimientos sociales. Así pues, en la corta duración se encontrarían lo que equivocadamente se han denominado “hechos históricos”, por ejemplo, la toma de posesión de un presidente o la firma de un tratado; en la mediana duración estaría el periodo en que una persona se mantuvo en el poder en algún país o el periodo de una guerra; y la larga duración equivaldría a aquellos procesos que trascienden las generaciones y cuya raíz es difícil —mas no imposible— que desaparezca. Como ejemplos de este último podemos tener las tradiciones, el idioma o la religión.
Con la propuesta de Braudel es posible comprender que entre más tiempo abarque la existencia de un acontecimiento o proceso, sus efectos serán más duraderos y en consecuencia más difíciles de negar, pues trascienden las generaciones. Así pues, si queremos estudiar la pandemia de Covid-19 bajo este modelo explicativo, sin lugar a dudas la ubicaríamos en los acontecimientos de corta duración.
Con todo esto, no intento decir que una vez finalizada la epidemia la realidad será del todo igual. En el plano de la Medicina, los especialistas registrarán una nueva amenaza sanitaria sobre la cual seguirá pendiente una vacuna; en cuanto a la economía se refiere, un importante número de personas perderá su fuente de empleo; y en el terreno de lo familiar, aquellos que perdieron a algún ser querido, sin duda modificarán varios aspectos de su vida.
Sin embargo, la pandemia finalizará y seguramente, después de todo lo arriba dicho, la realidad del mundo sufrirá apenas cambios coyunturales y poco trascendentes. La vuelta a la normalidad, para bien de unos y mal de otros está muy lejos de ser distinta a lo que éramos antes del Covid-19, y muy lejos también de las propuestas futuristas que algunos, en su imaginación, han ideado.
Historiador
