En el ya lejano mes de agosto del pasado año comenzaron a reabrir los museos y espacios culturales en el Estado de México y la Ciudad de México, una de las áreas del país más afectadas por la actual pandemia de Covid-19. Por aquellas fechas el semáforo epidemiológico en ambas entidades se ubicaba en color naranja, al tiempo que los contagios y fallecimientos mostraban una tendencia a la baja. De la misma manera que los recintos culturales comenzaron a operar, otros espacios como bibliotecas, archivos y demás repositorios documentales hicieron lo propio bajo condiciones específicas como un aforo limitado y horarios reducidos. Sin saberlo, apenas culminaba la primera ola de la crisis sanitaria.
Casi siete meses después ha comenzado a dar tregua la segunda (y esperamos que sea la última) ola de la pandemia. Según información de la Organización Mundial de la Salud, coincidente con la información que ofrecen las instituciones de salud del gobierno federal en México, la tendencia en los casos de nueva cuenta es a la disminución de estos. Ya son varias semanas con este comportamiento, lo que sugiere que no es una baja accidental sino generalizada y derivada de condiciones diferentes y específicas.
A diferencia de lo acontecido el año pasado, dos son los escenarios que, a mi juicio, han facilitado el nuevo comportamiento de la enfermedad; en primer lugar, el aumento de la temperatura anual en el hemisferio norte, lo que ha posibilitado una disminución en las complicaciones derivadas de enfermedades respiratorias estacionales. Pero, sobre todo, en segundo lugar, la aparición de vacunas y su aún lenta aplicación en la población. Sin lugar a duda la vacunación (aunque sea a expensas del acaparamiento de las vacunas por algunos países) comienza a generar efectos benéficos para todo el mundo.
Ante este panorama parecido, pero al mismo tiempo distinto al de agosto del 2020, es que han comenzado a reabrir (por segunda ocasión) los espacios culturales en México; insisto, bajo un aforo supervisado y las medidas de higiene y distanciamiento social necesarias. Cierto es que todos los negocios, comercios y establecimientos han pugnado por la autorización de las autoridades gubernamentales para reabrir en tanto que de aquellos dependen las economías de un alto número de familias en el país. En el caso de los espacios culturales, si bien no constituyen servicios de primera necesidad, sí representan fuentes de trabajo directas e indirectas para miles de personas en México.
La reapertura del sector cultural y centros de información documental en el país deberá continuar realizándose de manera gradual, en tanto que el acceso a la vacunación también continúa comportándose de manera creciente, aunque aún un poco lenta. Ello, desde luego, implica un alto nivel de responsabilidad social compartida que consiste en seguir tomando los cuidados sanitarios necesarios hasta que la pandemia ofrezca una tregua definitiva. La reapertura va, las condiciones se tornan cada vez más favorables; sin embargo, no habrá que bajar la guardia.
