La viruela, el covid y los miedos a la vacunación

El entorno mediático actual ha generado desinformación o información errónea sobre las vacunas y su efectividad contra el nuevo coronavirus, o cual ha generado desconfianza.
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Cuando a comienzos del siglo XIX llegó la noticia a la Corte del rey Carlos IV de España, el monarca no lo podía creer. ¿Cómo es posible ─le preguntaría a Francisco Javier Balmis, el médico real─ que, inoculando a mis súbditos con esta enfermedad de las reses, los vasallos de mis reinos adquieran resistencia a tan mortal sufrimiento como la viruela?

            Seguramente la reacción que tuvo Don Carlos no fue la única. Su esposa, la reina María Luisa de Parma, y todos a cuantos les llegaba el rumor traído por Balmis debieron poner un rostro estupefacto ante tal noticia. Y es que unos años atrás, el inglés Edward Jenner había experimentado, con resultados favorables, que inoculando a seres humanos una enfermedad semejante a la viruela, pero que afectaba a las vacas, podía evitar que las personas la padecieran.

Se trataba de la primera vacuna. El médico Balmis no dudó en proponer al rey llevar el descubrimiento a todas sus posesiones, de manera que pudieran detener el incremento de los enfermos. El problema radicaba en remitir en buen estado la vacuna a los territorios americanos y filipinos; la respuesta estuvo en inocular a 22 niños que pudieran hacer el viaje al otro lado del mar, llevando en su cuerpo la vacuna. Una vez llegados a América, como sucedió en España, seguramente, esto debió haber generado muchas reacciones entre los curiosos: escepticismo, pánico, burla y la resistencia a aplicársela.

Aproximadamente 220 años después de aquella expedición que hizo Balmis cuando llevó la vacuna a América, pueden advertirse muchas semejanzas en cuanto a las reacciones de la población en vísperas de la aplicación de las vacunas para atender la pandemia de Covid-19. Mientras en Reino Unido han dado luz verde esta semana para comenzar con un programa de vacunación, México comprometió más de 30 millones de dosis a la farmacéutica Pfizer esta semana.

            Sin embargo, y pese a los adelantos de la ciencia médica que nada se comparan con los de hace dos siglos, persiste, en no pocos sectores, la duda sobre el beneficio de las vacunas. Algunas por ignorancia y otras más por el interés de generar desconfianza, lo cierto es que las teorías más descabelladas, salidas de una gran imaginación, han producido incertidumbre para la hora de tener que acceder a estas vacunas.

En un editorial pasado me referí específicamente a la vacuna rusa Sputnik V, cuyas críticas, más que ser de carácter científico, apostaban ─al menos entre la población─, a que perseguían intereses “comunistas” que, en vez de resolver un problema sanitario, esparcirían ideologías por el mundo. Así es, a mí me ha costado trabajo referir estas opiniones, sin embargo, seguramente usted se ha topado con alguna de ellas.

Contrario a lo que se esperaba, estas afirmaciones fuera de serie también han comenzado a esparcirse, a manera de virus, entre las nuevas vacunas que comprobaron eficacia para lograr inmunidad ante el virus SARS-CoV-2. La meta, al igual que en el caso de la vacuna rusa, será romper con esas cadenas de desinformación que, como pudimos ver, no son propias de nuestro milenio.

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