Los Circos

Los circos son negocios en su mayoría familiares, sin seguridad social, sin prestaciones, muchos de ellos viven día con día con las entradas y la venta de sus dulcerías, no hay más.
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Desde luego que la pandemia ha afectado a millones de personas en todo México, a unos más que a otros indudablemente, pero son los espectáculos los más desfavorecidos a más de un año del confinamiento, y si hay un sector sumamente golpeado son los Circos.

Uno podría pensar que esas carpas gigantes que instalan en los estacionamientos de las plazas o centros comerciales tienen y puede sobrevivir a cualquier apocalipsis como el que literal estamos viviendo, pero no es así. Son ellos sin duda parte de este sector del entretenimiento, pero si volteamos a los pueblitos, a las rancherías, hay circos que día a día recorren los rincones para poder llevar diversión y tener sustento a sus familias.

Recordemos que los circos son negocios en su mayoría familiares, sin seguridad social, sin prestaciones, muchos de ellos viven día con día con las entradas y la venta de sus dulcerías, no hay más. Hoy vemos a muchos de sus artistas trabajando en las esquinas de las calles y otros de plano tuvieron que vender sus cosas para poder invertir en otro negocio, como vender comida.

La industria del entretenimiento sin duda ha sido afectada, pero en esta ocasión me refiero solo a los circos por tratarse de un sector sumamente vulnerable. Pocos espectáculos, salvo circos grandes como los de la familia Atayde o Fuentes Gasca quizá tengan los recursos para poder hacer espectáculos virtuales, pero no todos pueden con ello, insisto, son pequeños negocios en los que su día a día es ensayar, es aprender actos y buscar sobrevivir.

De acuerdo con la Unión Nacional de Empresarios y artistas de Circos mexicanos, en México hay por lo menos 500 circos registrados, pero mucha atención, ellos son el gremio establecido, el formal, hay circos no afiliados a esta asociación civil y que recorren las comunidades de nuestro México, son un grupo mucho más olvidado.

Cualquiera podría decir que, si ya abrieron los cines, podrían abrir los teatros y desde luego la actividad circense, no obstante, cada caso es específico y cada caso debe tener una distinta atención para no poner en riesgo la salud, la autoridad debería también atender a estas familias que se han quedado rezagadas.

Desde aquí mi solidaridad, a propósito del Día Mundial del Circo celebrado ayer, con los payasos, trapecistas, malabaristas, los contorsionistas, magos, taquilleros y responsables de las dulcerías de estos negocios con tradición e historia.

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