Más allá de aprender fechas

No pienso que la Historia sea una ciencia superior al resto, pero tampoco que otras áreas del conocimiento sean más útiles o necesarias.
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Ha sido común en mis colaboraciones anteriores traer a colación el tema de la pertinencia del estudio de la historia en su carácter profesional; no busco convencer ni convencerme, simplemente desmenuzar aquellos espacios de participación donde un historiador puede ejercer. En las universidades se suelen conducir a los futuros licenciados en Historia a diferentes áreas en que pueden aplicar sus conocimientos, a saber: los medios de comunicación, la investigación, la asesoría en proyectos cinematográficos, el montaje de exposiciones, el ejercicio de cargos en instituciones relativas a la cultura en su sentido más general, en la docencia, y en un sinfín de áreas que sería ocioso referir ahora.

Pienso que todo ello, hasta cierto punto, entra en la discusión sobre el producto que ofrece una profesión incrustada en las llamadas Humanidades. Producto vendible, que se puede ofrecer y para el que debería existir una demanda, lo que a su vez contribuiría al sustento del historiador. Vamos; así como un ingeniero civil ofrece sus conocimientos para la construcción de un puente, lo mismo un historiador ofrece sus conocimientos por el que obtiene una remuneración. Lo que ampliamente se ha criticado no es la demanda, sino la utilidad de la demanda.

Últimamente me he hecho esa pregunta, pero deriva de las implicaciones de un contexto social que tanto tú como yo estamos viviendo, y del que no deseo detenerme pues a todas luces es evidente. No podemos vivir ajenos y ejercer nuestra profesión desconectados de las circunstancias externas. ¿Qué aplicación tiene la Historia? ¿Qué utilidad tiene o de qué manera contribuye a solucionar los problemas que hoy nos aquejan/duelen/lastiman como sociedad? Es una pregunta muy compleja y no pienso que la Historia sea una ciencia superior al resto, pero tampoco que otras áreas del conocimiento sean más útiles o necesarias. Simplemente, respondemos a aristas distintas de las problemáticas, con soluciones de naturaleza muy diferente.

¿Qué utilidad tiene un ciclo de conferencias? ¿De qué sirve una exposición fotográfica? ¿Cuál es la función de enseñar historia para la formación de futuros historiadores? Pienso que la utilidad, al igual que en otras profesiones, también es trascendental. Quizás los beneficios no se observan en las generaciones presentes, pero estoy plenamente convencido que la utilidad de una ciencia como esta y como las Humanidades no es meramente práctica o visible, ni puede venderse porque no tiene valía. Desde mi punto de vista, la función de una profesión como la Historia es mover y despertar consciencias. La utilidad no termina en transmitir información, sino en el impacto que ella puede generar en quienes nos leen o escuchan.

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