Qué bueno que la historia, cada vez más marcadamente, se vuelve un tema más allá de los claustros.
La creación de héroes, villanos, discursos, símbolos y periodos son resultado de la época que se vive.
En muchos casos, el acceso al conocimiento no depende del gusto por aprender, sino de las posibilidades de la gente por adquirir estos materiales.
Cuando se habla del pasado y se intentan hacer públicos los puntos de vista, es una obligación de quien se expresa el contar con un conocimiento actualizado.
En los días recientes, el mundo ha revivido momentos de tensión luego de los acontecimientos registrados en Afganistán.
Menos voz a quienes falsifican la historia con tal de vender discursos sesgados.
La caída de Tenochtitlan, del 13 de agosto de 1521, es un suceso que ha tenido menos repercusiones en la población que las conmemoraciones de septiembre y noviembre de 2010.
Pareciera que al paso de los años la sociedad pierde mayor contacto con su entorno mientras que el pensamiento individualista se consolida.
El Tonalámatl sentó un precedente en las relaciones diplomáticas entre México y Francia.
La historia es, ante todo, una ventana para comprender las realidades del presente, más que las del pasado.
El intento por conservar las estas costumbres genera la idea de que los grupos indígenas, sus tradiciones y usos y costumbres son objeto de comercialización.
Si antes, a los indígenas se les despojó de sus riquezas y objetos materiales, hoy se les despoja también de su historia y su cultura.
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